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Mi ego dormido
Instalación de 70 dibujos a grafito enmarcados sobe dispositivo de montaje
Exhibida en Feria Internacional ArteBa - Buenos Aires -Argentina.
Medidas 176x200,5x86 cm.
Año 2023

Sacar belleza de este caos es virtud, decía Gustavo Cerati, y agrego a la frase "nacional". Es una distinción que nos toca cargar y esta obra no se encuentra enajenada de aquella dicha, trabaja con la memoria, el miedo, la historia y las emociones. Busca conectar y dar respuesta artística a la imaginación de un niño que transita su recuerdo más temido, el fin del mundo.

 

Mi ego dormido es una obra introspectiva que conecta mis recuerdos, miedos y situaciones cotidianas actuales, reuniendo detalles que intentan aclarar una escena. Una criatura enorme duerme en el bosque en un dibujo a lápiz sobre 70 hojas de formato A4 de lo que parece un ave gigante de piedra que ha caído pesadamente de lo alto del cielo golpeando con la pesadez de las caídas de los grandes imperios, o que simplemente reposa dormido sobre la feroz y carnosa paciencia del único imperio que siempre permanece, la naturaleza.

Producir a partir del caos supongo que es el producto de la manera en que se vive, se produce con el ruido de las manifestaciones, con las ventanas cerradas para que no entre el humo de las quemas, con las noticias en la radio que dan el nuevo índice de inflación y con el sonido de una nueva notificación que arriba el resumen de la tarjeta de crédito.

El producto de la imagen termina siendo el reflejo del pulso de la mano, de los nervios, la ansiedad colérica, la desazón. La mano que crea es la misma mano que pide, que agarra fuerte en el miedo, que trabaja, que juzga y que saluda al vecino. 

 

Acá el impacto que causa la situación caos en la obra es la evolución de la oscuridad, ha ido sucediendo con el tiempo, tal vez como resultado de todo lo mencionado o por un orden natural. Es cada vez más notorio el negro en la imagen, el uso cuidadoso del espacio negativo y la desaparición gradual de las formas. La oscuridad abraza a la imagen y la contiene, sin embargo siempre destaca un halo de luz, como una promesa o tal vez como una etapa final, cómo cuando se apaga un televisor de tubo, como el fin de la realidad.

 

Esta pieza intenta reconstruir el caos cuadro por cuadro, matemáticamente, como un perito en la escena del crimen que en este intento busca recoger el pasado.

El pasado o el allá es la mente atormentada de un pobre niño que crece con el terror de lo inevitable, el fin del mundo se acerca y no hay nada que hacer. No sabemos cómo pero sabemos que va a suceder, así lo anunciaban los medios de comunicación en los 90s. Cada noche que llovía atrozmente no sabía si se volvería a despertar flotando entre la nada, sólo o simplemente dejaría de sentir sin darse cuenta, tomando el mejor atajo hacia la muerte, desde lo profundo del sueño. 

Ese es el pasado que se intenta reconstruir, con recuerdos imaginarios del fin del mundo que salen de la mente de un niño asustado, que imagina lo inefable, que tal vez por esa idea de vivir siempre el último momento hoy hace que cada última cosa que haga sea con más intensidad, como la última bocanada del cigarro que siempre es más profunda. Ese niño era yo y ese miedo se ha transformado en mi ego.

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